La llegada del nuevo año no lo atraparía en las peores condiciones, tal como sucediera la vez anterior. En esta iba a invertir bien los últimos $50 del 2012 que obtuviera por cortar el pasto del jardín de su insoportable cuñada.
Siendo las 20 horas del 31 de diciembre montó su vieja bicicleta y apresurado, temiendo no llegar a encontrar comercios abiertos, pedaleó como un condenado las 25 cuadras que lo separaban del centro.
-Un “Latitud” y ese frasquito de escabeche de liebre, por favor –pidió iluminado ante la sonriente empleada de la rotisería.
El camino de regreso, ya aliviado por poseer la preciada carga, lo hizo relajado y saludando a Dios y a María Santísima.
Dispuso el manjar al centro de la mesa, a la izquierda la botella a medio descorchar y a su derecha algo de galleta del sábado. Se preocupó por repasar los cubiertos para que tuvieran algún brillo especial que acompañara la ocasión.
Hacia las 11:20 horas puso en su tocadiscos un LP de Chet Baker. Luego, contemplando su pequeña mesa sin mantel, pero exquisitamente servida pensó: “Todo esto seguramente es de muy buen augurio”.
Ya sentado a la mesa y con algo de esfuerzo terminó de destapar la botella del delicioso tinto “en vidrio”, un gusto que pocas veces al año se daba.
Pero fue el frasco de liebre escabechada el que se resistió. La tapa habría sido fuertemente ajustada pues luchó incansablemente para quitarla del frasquito.
…
< -… de lo que antes le llamaban “Muerte Natural”, vio – dijo la vieja a su vecino-. Qué va’cer, mi pobre cuñado no llegó al nuevo año según los médicos. Tuvo un ataque al corazón… ¿Quiere probar un poco de liebre al escabeche? ¡También tengo un vino medio fino riquísimo!
¡Feliz Año Nuevo para todos! O casi todos…
Banda de Sonido recomendada: "That Ole Devil Called Love", Chet Baker.