lunes, 14 de abril de 2008

Ella / Eso - Cuota Nº 5 (¿hasta cuando?)

Angel se reencuentra con su diosa del Olimpo... de Bahía Blanca (viene del 02/04/08).
Mis días en la ciudad giraron en torno a la búsqueda de trabajo.
Lo mejor que obtuve en días fue la sonrisa decorada con una palmadita en el hombro de una señora mayor, secretaria de una fabrica familiar de medias. El resto fue una seguidilla de “noes” y “despuéslollamamoses”, si se me permiten los términos aptos para el mercado laboral.
Una mañana de principios de diciembre, ya picaba el calor en las veredas marplatenses y me encontraba charlando con el conserje del edificio donde paraba.
Estábamos intercambiando opiniones acerca del beneficio de tener una manguera 2 mts. más larga y de su mejoría en el movimiento enjuagador cuando a nuestras espaldas nos despeinó un ventarrón sonoro:
JA! ¡Dos para ver si se moja la vereda! ¡JA JA JA! –cerró el comentario.
(¡Dora!) –reaccioné mentalmente. Y a ella:
–Ah! Señora Dora... ¿Cómo le va?
Como el traste me va... –con una expresión agria (no del todo alejada de la habitual). Estos conserjecitos de edificios de cartón que se creen que a una la pueden manejar a gusto... ¿Qué se creen, eh? –mirando de soslayo a Don Tico que seguía con su manguera inmutable (él, no la manguera).
Bue’, a este no vale la pena reprocharle... lo único que lo calienta es este sol podrido y la dinamarquesa del 1º D, que todas las semanas le hace unos escones! –remató antes de meterse al hall y subir por las escaleras salteando de a dos escalones.
Inmediatamente llevé mis ojos al recién golpeado, quien me miraba con una sonrisa cómplice mientras empujaba unas hojitas con el chorro de agua (ahora más fuerte).
No pude resistir la oportunidad.
–¿Ella trabaja acá? –pregunté con el tono más desinteresado que pude emitir. Eso ya se lo había hecho a mi primo y él no me había contestado en todos esos días, siempre eludiendo la respuesta con una invitación a ver otro canal o agarrando la escoba para barrer la habitación.
Don Tico me miró fijamente a los ojos (llegué a pensar que yo le gustaba al viejo) y poniéndome una mano en el hombro me dijo:
–Ni lo pienses, pibe... no es para vos –. Y siguió silbando “Malevaje” con "un compás tan hondo y sensual".
Quedé más desconcertado que antes.
¿Nadie me iba a contar de Dora? ¿Quién era esta señora... “llamativa” que iba y venia por el edificio así como así con un cajoncito de lata?
En algunos aspectos me hacía acordar a una señora de mi San Cayetano natal, pero esta MUJER (sí, con todas las letras mayúsculas, como ella) era... diferente.
Intenté encontrarla, merodeando por los pasillos, hasta que algunos vecinos se quejaron en la conserjería, sosteniendo que había alguien que se paseaba sigilosamente por el edificio, buscando quién sabe qué.


Recommended Soundtrack: “Can’t Help Falling In Love”, Elvis Presley (muy buena también la versión de Pearl Jam).

Continuará…

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