Cuando su madre llegó a la casa
con un paquete de sándwiches de miga, Orondo soñó encontrar la luz.
Todo el fin de semana alimentado
a base de ensaladas y caminatas lo estaban aniquilando. Esta era una
oportunidad de sobrevivencia. “Una luz en el fondo del pasillo a las 4 de la
mañana, más o menos” imaginó.
Ella corrió a… repasar el Teorema
de Pitágoras. Orondo sigilosamente se acercó al paquete estacionado en el
pasillo, junto a la puerta entreabierta del baño.
En el momento justo que la mujer emitía el interminable suspiro de alivio comenzó a despegar la cinta de un extremo,
como cuando queremos ver un regalo que estamos por entregar, de manera que al
pegarlo nuevamente quede como nuevo.
-¡Ni se te ocurra! Son para
llevar al cumpleaños de Martita –ladró sargenta del otro lado de la puerta.
La cinta del paquete volvió a su
lugar.
El adolescente suspiró
disconforme a escasos metros de las desagradables galletitas bajas calorías.
“¿¿¡Qué sentido tiene llevar cosas ricas de regalo a un cumpleaños, donde está
lleno de cosas ricas!??” pensó. “¡Viejas sangucheras…!”.
Se sufre siendo Orondo.
Bonus: Versión de la ilustración, continuada por mi hijita.
Bonus: Versión de la ilustración, continuada por mi hijita.
Banda de Sonido recomendada: "The Door", Corrosion Of Conformity.