Cuando su madre llegó a la casa
con un paquete de sándwiches de miga, Orondo soñó encontrar la luz.
Todo el fin de semana alimentado
a base de ensaladas y caminatas lo estaban aniquilando. Esta era una
oportunidad de sobrevivencia. “Una luz en el fondo del pasillo a las 4 de la
mañana, más o menos” imaginó.
Ella corrió a… repasar el Teorema
de Pitágoras. Orondo sigilosamente se acercó al paquete estacionado en el
pasillo, junto a la puerta entreabierta del baño.
En el momento justo que la mujer emitía el interminable suspiro de alivio comenzó a despegar la cinta de un extremo,
como cuando queremos ver un regalo que estamos por entregar, de manera que al
pegarlo nuevamente quede como nuevo.
-¡Ni se te ocurra! Son para
llevar al cumpleaños de Martita –ladró sargenta del otro lado de la puerta.
La cinta del paquete volvió a su
lugar.
El adolescente suspiró
disconforme a escasos metros de las desagradables galletitas bajas calorías.
“¿¿¡Qué sentido tiene llevar cosas ricas de regalo a un cumpleaños, donde está
lleno de cosas ricas!??” pensó. “¡Viejas sangucheras…!”.
Se sufre siendo Orondo.
Bonus: Versión de la ilustración, continuada por mi hijita.
Bonus: Versión de la ilustración, continuada por mi hijita.
Banda de Sonido recomendada: "The Door", Corrosion Of Conformity.
me lo dijo el doctor muy enserio, que de kilos estoy pasadito, no más grasas ni azúcar, ni harina, ni más golosinas que me hacen gordito =P
ResponderEliminarPobre Orondo!!!!!! eso no es vida!
Digamos "NO" a llevar sandwichitos a eventos en los cuáles por su naturaleza ya van a ofrecer sandwichitos! (?)
¿Qué sentido tiene todo en la vida?
ResponderEliminarM): Carajo! Orondo tiene mucha razón! Y mucho sandwich en su haber.
ResponderEliminarJ.A.G.): Depende, a veces va pa'ya y a veces... pa'ya! De ese sentido me decías?