...
-¡Oh, mi obstinada Eufrígides! ¡Tan solo pido que con tus constantes embates hacia mi preciado intelecto, no lesiones la salud de mis testículos!-¡Pero Arnoldo, amado mío! Es que... ¡yo te amo!
-Coincido contigo, mi bella piedra en el zapato: yo también me amo.
...
(ilustración alternativa por el mismo precio)