martes, 6 de mayo de 2008

Ella / Eso - Cuota Nº 7 (¿+?)

EL ENCUENTRO DE ÁNGEL CON LA "GRANDIOSA" DORA EN EL PASILLO DE SU DEPARTAMENTO LO ATURDIÓ.
¿SIGUEN LAS OPORTUNIDADES PARA ESTE GIL? (viene del 25/04/08)


Mi desempeño como repositor, según mi supervisor “deja mucho que desear”. Entiendo que las medias y las bombachas no son lo mismo, pero de ahí a despedirme...
Por suerte enero trajo una avalancha de trabajos veraniegos por emprender. El primero que conseguí fue de vendedor ambulante de helados artesanales para una fábrica marplatense con recorrido fijo por la costanera; ¡nunca comí tanto helado, y menos observando las diferentes especies de la fauna veraniega!
En una de esas tortuosas recorridas, recibiendo el “cariño” de grandes y niños especialmente, la volví a ver. Fue un miércoles, cuatro de la tarde.
Terminaba de cobrarle a una abuela que le compró un “heladito” a cada uno de sus 16 nietitos y ordenaba el cambio cuando escuché un bocinazo particular.
No tiene nada de particular que se escuche uno en una ciudad balnearia, en plena costanera y en pleno verano. Pero este era tremendo: era como la carcajada de un lechón (¿?). Lo sentí a mis espaldas, viniendo de la vereda de enfrente a la que me encontraba. Supuse que podría tratarse de uno de esos muchachones que invierten más que su vida en esos vehículos ultra super hiper grandiosos, como las terribles 4x4 patonas.
No. No era nada de eso, pues busqué con mi mejor vista de lince encandilado y no la encontré. Ni una camionetona, ni un camión, ni una Chevy... nada tan grueso, digamos. Sí me encontré con un 4L de lujo, saliendo de una cochera.
Evidentemente el conductor tendría algún tipo de problema con los transeúntes, ya que en todo el trayecto de salida no paró en ningún momento de ladrar con el autito, que a pesar de su discreta corpulencia, inspiraba respeto, haciendo que corrieran en diversas direcciones.
De base, era negro. Contraste punzante hacían las llantas amarillas y las lenguas de ¿fuego? verde esmeralda pintadas en las puertas y el capot. Por allí nomás se estacionó y sorpresa grande fue la mía al ver que de su interior salía... Dora.
-¡A la perinola! ¡Qué tutú tiene la rubia! –pensé. Pero inmediatamente recordé el suceso del pasillo y sentí el calor (extra) en mis mejillas. Si, había sido vergonzoso; no sabía como encarar otra conversación... Pero eso lo solucionó la grandota.
Cuando me disponía a escapar al son de mis ofertas heladas siento su vozarrón desde el portón del garaje.
-Che, pibe! Vení para acá!! –ordenó sargenta. (“...aia... ¿cómo... le...?”) Al ver que no reaccionaba como el más vendedor se encaminó hacia mí (“...¿Y si me escapo?... COBARDE!... Sí ¿y qué?... Yo me voy... NO, es tu oportunidad NO TE VAYAS Y ENCARALA!!!...).
Ya no sabía que hacer y me disponía a... pero llegó a mi lado (“...upss... tengo chucho... ¡esta mujerona me da miedito!...”).
-¿Sos sordo, vos? ¿No me escuchaste? ¿Eh? ¡Contestá, vendedor del submundo! –me punzó al oído –Igual... a ver, dame tres palitos de limón, que tengo una calor...!! (“..¡No me reconoció!.. ¡Estoy salvado!..”).
Un poco de alivio sentí, claro, pero no quería levantar la vista de mis tristes heladitos. Algo ayudaba la gorrita blanca que mi jefe había tenido la bondad de adelantarme hasta que cobrara la primer quincena (de donde la descontaría).
-Así que sos heladero vos? (“...creo que NO estoy salvado...”) –me fusiló. Mi primer sensación fue de espanto. ¿Cómo podía hablar con esta muchacha que había causado un no se qué en mi no se donde?
En tanto (microsegundos) yo divagaba sobre estas cuestiones, ella absorbió el primer palito, mientras me pagaba. El segundo lo masticó cuando recibía los $2,75 de vuelto. El tercero lo abrió cuando me dijo: -Vos si que sos raro, Ángel... (“...¡recuerda mi nombre?...”).


Recommended Soundtrack: "Roxette", Dr. Feelgood.

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